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DIA DE MUERTOS: MAS QUE UNA TRADICIÓN MEXICANA

 

En México, la muerte es vida, es recordar, es creer con el corazón...

El día de muertos en México no es un día de tristeza, es un día lleno de tradición donde los colores, aromas y velas  anuncian la esperanza de las familias mexicanas e iluminan el camino de nuestros amigos o familiares que se han adelantado en el camino.

 

Se realiza ciertos rituales de despedida y de bienvenida, es un ritual ambiguo; Por una parte es una despedida, pues es parte del proceso de duelo de una familia, hacer un altar y celebrar el día de muertos, es dejar ser parte de esta tradición sabiendo que su espíritu vendrá momentáneamente a visitarnos, sabiendo que dejarlos ir es una parte esencial del proceso.

 

El Día de Muertos en México tiene sus orígenes en la época prehispánica, etnias como los Mexicas, Mayas, Purépechas, Nahuas y Totonacas lo celebraban en el noveno mes del Calendario Solar Mexica y era presidido por la Diosa Mictecacíhuatl (Dama de la Muerte). La conquista española produjo una interesante mezcla de las dos culturas
Una de las demostraciones más ricas de esta mezcla es el día de Muertos, donde el concepto indígena de la muerte juega y se combina con las ideas cristianas del “más allá”.

Se creía que los muertos necesitaban comida para llegar a su destino final, por lo que al morir se dejaba junto a ellos comida, agua, ofrendas y diversos objetos. Esta tradición se mezcló y adaptó al calendario cristiano en los días 1 y 2 de noviembre. El 1 de noviembre es Todos los Santos dedicado a los niños difuntos y el día 2 a los difuntos mayores. Se cree que en estos días los difuntos regresan a visitar a sus seres queridos.

 

Sin embargo, es una bienvenida a los espíritus de nuestros seres queridos que bajan por esa noche a disfrutar los placeres de la vida, guiados por la luz de las velas, llegan a su destino con un altar para ellos, con sus bebidas favoritas, como cerveza, tequila o whiskey, sus platillos predilectos, flores de cempasúchil que representan un adorno colorido y especial para el altar.

 

Además de sus objetos más preciados y la comida favorita se ponen representaciones de los 4 elementos como:

 

Elemeto Fuego: Las Velas significan la luz que va a guíar a nuestro familiar hasta su casa, y asi poder regresar al concluir hacia su destino de luz.

 

Elemento Aire: EL papel picado representa el aire por su maleabilidad ante el viento, el color amarillo y el color morado en el papel picado o las cadenas de papel representan la dualidad entre la vida y la muerte. 

 

Elemento Tierra: En la representación de la tierra se debe incluir diversas semillas, frutos, especias y otras bondades de la naturaleza. Se utilizan diferentes semillas como el maíz y el cacao para formar patrones en el suelo.

 

Elemento Agua: El agua tiene múltiples significados, el principal, se utiliza para calmar la sed del espíritu. Se colocan diferentes objetos que representan el agua como un vaso lleno de ésta, el cual el difunto utilizará para aliviar su sed.

 

Cada año personas alrededor del mundo vienen para presenciar esta celebración mexicana, donde en muchos lados del país lo hacen de una manera muy especial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PATZCUARO

El lago de Pátzcuaro y su isla Janitzio se ubican a 60 kilómetros de Morelia, capital de estado de Michoacán. Esta isla impresiona por la belleza de sus construcciones blancas con techos de teja roja.

El Día de Muertos es una alegre celebración, pero la Noche de Muertos se torna lúgubre al sonar de las campanas. Todos empiezan a aparecer, vestidos de negro, con ofrendas, dulces y panes que dejan sobre las tumbas, donde se sientan a llorar y rezar por sus muertos.

Según la leyenda, Mintzita era hija del Rey Tzintzicha e Itzihuapa era hijo de Taré y príncipe heredero de Janitzio. Su gran amor se vio frustrado por la llegada de los españoles conquistadores, quienes tomaron prisionero al padre de Mintzita. Itzihuapa intentó extraer el tesoro que se encuentra en el fondo del lago para intercambiarlo por la libertad del Rey Tzintzicha, pero fue sumergido y atrapado por las almas de los veinte remeros que resguardan el tesoro en las profundidades, convirtiéndose en el vigésimo primer guardián. En la Noche de Muertos, todos los Continuar leyendo>> guardianes del tesoro despiertan y suben la cuesta de la isla. Los Príncipes Mintzita e Itzihuapa van al panteón para recibir las ofrendas de los vivos.

Durante toda la noche se hace sonar la campana colocada en la entrada del panteón para convocar a las almas a la gran ceremonia y en toda la isla se escuchan los cantos purépecha implorando por el descanso de las almas ausentes y la felicidad de los vivos. Participar en este evento ha sido un deber sagrado durante siglos para los habitantes de la isla.

Para quienes visitan la isla en esta noche tan especial se recomienda disfrutar el concierto en la Basílica de Nuestra Señora de la Salud y ver la puesta en escena de Don Juan Tenorio, en el Exconvento Franciscano.

Los purépecha son generosos y permiten que los foráneos se acerquen a sus tradiciones pero la mejor forma de sentirse parte de la comunidad es llevando alguna ofrenda como pan, flores o velas. Michoacán es uno de los estados con más riqueza artesanal de México y durante la semana de fiestas de muertos se instalan tianguis artesanales que permanecen activos todo el día y hasta altas horas de la noche.

OAXACA

Los nativos de la población Santa Cruz Xoxocotlán , Oaxaca comienzan a arreglar sus altares desde el 30 de octubre para que el día siguiente, en punto de las 3 de la tarde y al repique de las campanas de la Iglesia, reciban a los Angelitos, con un caminito de pétalos de cempasúchil de la puerta de la casa al altar, en donde humea el copal en un pequeño brasero.

 

El copal, según la tradición, sirve para purificar el alma de los fieles difuntos que nos visitan y en los altares nada debe de tocarse de la ofrenda hasta que se hayan marchado, ya que si no es así, pueden enojarse.

 

El día primero se despide a los angelitos y, nuevamente a las 3 de la tarde, replican las campanas de la iglesia anunciando la llegada de los difuntos mayores, se alborotan los braseritos con el humo del copal y es hasta el día siguiente que, a la misma hora y en las casas particulares, se despiden por última vez en el año con el incienso.

 

Por la tarde del día 2 de noviembre los nativos empiezan a repartir las ofrendas de muerto que tenían en sus hogares. Canastas llenas de pan, chocolate, fruta y calabaza en conserva se llevan a la casa de las personas con las que se tiene compadrazgo por haber aceptado el compromiso de algún sacramento de la iglesia católica como el bautismo, confirmación, etc.

 

La Velada en el Panteón

A partir de las 5 ó 6 de la tarde, las personas que tiene familiares descansando en alguno de los cementerios de la población, arriban a ellos para la tradicional velada, llevando consigo flores, velas, calaveritas de barro y dulce, comida y mezcal o cerveza para soportar el frío y el sereno de la noche y la madrugada, ya que la velada termina a las 4 ó 5 de la mañana.

 

Cuentan los que saben que esta tradición se inicio hace muchos años cuando las personas acudían en punto de las 11 de la noche, al cementerio, a rezar y a esperar que sus difuntos regresaran del mas allá a las 3 de la mañana, acompañaban a sus almas hasta su casas, donde ya los esperaban los altares, colocados en un lugar especial del hogar y llenos de las cosas que el difunto disfrutaba en vida.

 

CIUDAD DE MEXICO
QUINTANAROO

En la noche del 2 de noviembre y tierra adentro en Quintana Roo, a unas horas de las paradisiacas playas de la Riviera Maya, los altares para celebrar el Día de Muertos o Hanal Pixán (comida de los muertos en maya) están listos. Lejos de las luces y los suntuosos resorts, los quintanarroeses de ascendencia maya trabajan en familia para recibir a sus muertos. Las mujeres, vestidas con sus blancos hipiles, preparan los alimentos. Los niños traen las flores, adornan el altar y ayudan en la limpieza; los hombres traen leña y productos de la milpa para colocar en la ofrenda.

En los últimos años, las comunidades han aceptado abrir esos días las puertas de sus casas para recibir a los visitantes e invitarlos a formar parte de esta celebración tan entrañable en México. La sorpresa se dibuja en las miradas de los asistentes: coloridos altares con olorosos platillos y fruta fresca. Cada elemento del altar tiene un significado: el agua, las velas, la sal, juguetes, retratos... Se escucha el encanto de la lengua maya y tenues sollozos de niños y mujeres que extrañan a sus muertos.

Los mayas consideraban los cenotes (pozas naturales de agua dulce) como entradas a Xibalbá o  Mundo de los Muertos, por eso celebran aquí algunas ceremonias para llamar a sus difuntos a que disfruten del banquete que se ha preparado en su honor. La tenue luz de la velas, el aroma de la flor de cempasúchil y el humo del copal le dan a este momento un aire místico.

Después de la ceremonia, los vivos también pueden disfrutar de los alimentos preparados, y el mucbipollo es el platillo más buscado: es un gran tamal relleno de pollo y especias, y cubierto con hojas de plátano, que se cuece bajo tierra. Se acompaña con atole o balché, una bebida levemente espirituosa usada por los mayas en rituales. El pan de muerto y la comida típica de la Península de Yucatán complacen a todos los paladares, incluyendo los que están en el más allá.

Gracias a que México es un gran mosaico de tradiciones y manifestaciones artísticas, durante estas celebraciones a los muertos lo conviven la solemnidad y la alegria. Por si esto pareciera sorprendente, lo será aún más el saber que en San Andrés Mixquic es precisamente su panteón, el que ha hecho famoso a este pueblo localizado al sur de la Ciudad de México.

 

En efecto, año con año se dan cita en el camposanto de San Andrés, miles de personas para decorar las tumbas de sus difuntos, las cuales, durante el 1 y 2 de noviembre se visten con flores de cempasúchil, calaveras de azúcar y algunos platillos en honor a los fieles difuntos.

 

Durante el primer día del mes, cuando llega la noche, el júbilo permea el ambiente con la música de grupos tropicales y mariachis que amenizan los concursos de calaveras de cartón con leyendas satíricas, mientras, otras personas acompañan a un cortejo fúnebre escenificado, en donde la viuda lanza frases picarescas a la gente por la pérdida de su esposo quien se halla dentro de un ataúd simulando su muerte; algunas de esas frases picarescas son: el muerto al pozo y el vivo al gozo... o tan bueno y tan fiel..., etc.

 

Durante su trayecto hacia el panteón estos personajes van solicitando apoyo económico para la sepultura, haciendo bromas a los concurrentes y, una vez que arriban y que están a punto de enterrar al supuesto "cadáver", éste salta del ataúd y corre despavorido entre la multitud ocasionando la risa de los asistentes.

 

Así, con un aire de burla muy mexicano, el culto a los muertos comienza para después tomar un aire más solemne: las ofrendas siguen realizándose y las veladoras y cirios le dan ya al panteón de Mixquic un toque mágico, mientras que en las casas las puertas se abren para que las ánimas de los muertos saluden a sus deudos, y los visitantes puedan disfrutar de las coloridas ofrendas del lugar.

 

Al día siguiente continúa la danza de las almas de los muertos en la tierra, pero ahora toca lugar a las de los adultos: el panteón sigue dominado por ofrendas y comienzan a llegar hombres, mujeres y niños con cubetas, escobas y ramos de flores con la intención de barrer y arreglar las tumbas correspondientes esperando a que el párroco del pueblo llegue para dar la bendición a los asistentes y a las tumbas de los "difuntitos".

 

En México convivir vivos y muertos es algo común mucho mas que costumbre es una tradición.

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